¿Por qué contaminan las compresas?

¿Por qué contaminan las compresas?

Las compresas desechables y los tampones siguen siendo la protección menstrual más vendida. Cada segundo se utilizan en el mundo 1.447 compresas y se tira la misma cantidad de residuos. En Francia se tiran cada año más de 2.000 millones de tampones y compresas menstruales. Así pues, las compresas desechables convencionales representan una cantidad colosal de residuos y, por tanto, de contaminación medioambiental, pero también son un riesgo potencial para tu salud, ya que a pesar de las advertencias y recomendaciones emitidas en los últimos años contra estas marcas, y también por parte del gobierno, siguen conteniendo sustancias químicas nocivas para el medio ambiente y tu salud. 

 

 

¿Suponen realmente las compresas convencionales un riesgo para el medio ambiente?

 

Las compresas convencionales contaminan durante toda su vida útil, desde su proceso de fabricación hasta su eliminación en vertederos.

 

 

En primer lugar, los dos principales materiales necesarios para fabricar la protección sanitaria convencional son el algodón y el plástico. Ambos requieren grandes cantidades de agua y materias primas para su producción, así como recursos fósiles no renovables. El cultivo del algodón es el que requiere más agua, después del arroz y el trigo. Para que nos hagamos una idea, un kilo de algodón consume entre 7.000 y 29.000 litros de agua, lo que equivale, de media, a una ducha diaria durante un año para un solo kilo de algodón. Además, el cultivo de algodón convencional, es decir, no ecológico, utiliza numerosos pesticidas y productos químicos. Por ejemplo, sólo el cultivo del algodón requiere el 25% de todos los insecticidas utilizados en el mundo. El algodón también se trata y blanquea con cloro y un sinfín de aditivos químicos que contaminan el agua, las aguas subterráneas y el suelo. Y de nuevo, sólo tenemos en cuenta los recursos necesarios para producir las materias primas, no la fabricación de la protección sanitaria convencional en sí.

 

 

Después, una vez utilizados, los protectores sanitarios y sus envases se tiran, en el mejor de los casos, a la basura. A continuación, se incineran o se depositan en vertederos, ya que no pueden reciclarse (a excepción de determinados tipos de envases), lo que vuelve a contaminar el suelo y el aire, además de generar emisiones de gases de efecto invernadero. Según la Agencia Francesa de Medio Ambiente y Gestión de la Energía (ADEME), los tampones y compresas menstruales representan el 13% de los residuos domésticos, junto con los pañales, toallitas, pañuelos desechables, etc. En el peor de los casos, estos productos se tiran por el inodoro (o al medio ambiente) y las micropartículas de plástico y otras sustancias químicas que contienen no son tratadas en su totalidad por las depuradoras de aguas residuales, por lo que acaban contaminando el suelo y los cursos de agua, además de repercutir en la biodiversidad de estos entornos. El plástico que contienen las compresas convencionales tarda unos 500 años en descomponerse, mientras que una compresa tarda entre 500 y 800 años en descomponerse por completo, y las compresas sólo se utilizan unas horas al día. Por todo ello, las compresas acaban con frecuencia en el medio ambiente y son el quinto tipo de residuo plástico de un solo uso más común en las playas.

 

 

¿Es la protección sanitaria convencional un peligro para la salud?

 

La protección menstrual convencional presenta un riesgo para la salud debido a su composición. Se han encontrado numerosas sustancias químicas en la protección sanitaria convencional (ftalatos, glifosato, dioxinas, etc.), y aunque en teoría rara vez o nunca superan los umbrales de salud, se absorben directamente a través de la piel. En primer lugar, esto puede provocar irritaciones, intolerancias o alergias, pero algunas de estas sustancias son disruptores endocrinos que pueden tener efectos negativos sobre la procreación, las disfunciones hormonales, el sistema inmunitario y, a veces, incluso el cáncer. Es más, las compresas y los tampones pueden provocar un shock tóxico l. Sin embargo, aunque el último informe de lANSES recomienda a los fabricantes que mejoren la calidad de sus productos, las empresas siguen sin estar obligadas a revelar sus procesos de fabricación ni a mostrar su composición, lo que no les anima a ser transparentes.

 

 

¿Qué alternativas hay a los tampones y compresas?

 

Sin embargo, hoy en día existen muchas soluciones reutilizables que son saludables tanto para ti como para el medio ambiente l. Entre ellas están las copas, las toallas y las braguitas menstruales lavables, que tienen una vida media de 5 a 10 años. Estas soluciones reducen considerablemente los residuos menstruales y, aunque son más caras l, se amortizan bastante rápido con el tiempo. Para calcular el ahorro que obtendrás gracias a nuestras braguitas menstruales, puedes utilizar nuestra calculadora de ahorro.

 

 

Las bragas menstruales de Elia tienen los certificados Oeko-Tex y Origine France Garantie. Están fabricadas con algodón ecológico certificado y el tejido absorbente está hecho de fibra de eucalipto. Elegimos este material en lugar de la fibra de bambú porque el bambú requiere mucha más agua para su producción y es víctima de una deforestación masiva. Por último, nuestra impresión es neutra para el clima, porque compensamos la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos durante la impresión de nuestros materiales de comunicación en l.

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